Una linda tarde de sábado, “obligaciones” de compras para los infinitos ITEMS que demanda un familiar con discapacidad, caminatas por las góndolas del super más que por debajo de los árboles de invierno.

Una Vida diaria que cambia de la noche a la mañana, que te Activa todas tus reservas de Energía, para estar a tiempo sin que altere la DIFICIL estabilidad física y emocional de a quien asistís.

Escasos minutos para llegar a organizar el comienzo del Webinario y un Tomás que me anticipa la participación de muchos colegas tan apreciados y respetados por él. Mi querido amigo que me comparte que le tranquiliza saber que descansará sobre mis preguntas y una tensión que aumenta al desconocer Temas de Salud Paliativa desde lo técnico. Poco antes hablamos en privado y consensuamos focalizar la charla principalmente en el acompañamiento de personas en su último tiempo de vida, debido a la convocatoria que él ya conocía que asistiría.

Me gustaba la idea de “mechar” con Reflexiones de la Muerte (la gran palabra) para el día a día de quienes queremos transitar en el camino espiritual; y seguramente también fue un recurso para sentirme más seguro con las preguntas a realizar; pero No fue así, y como siempre te sacan del zona de confort (ja), llega el comentario del Ángel Tomás “MAN porque no compartís tu historia personal… haría muy bien a quien transita lo mismo” (algo así, que no sé si justifica las comillas).

Me había propuesto evitar hacer comentarios de seres cercanos en los ciclos de CHARLAS, pero la EMPATÍA y transferencia que generen quienes me escuchen, seguramente nutriría el objetivo de esta.

Reconocimiento a todo el personal de Salud que asiste en medio de la Pandemia, atisbos del sinsentido de las compensaciones económicas de ellos y del mismo Confinamiento, dieron el arranque a nuestra charla.

La sola imagen de Tomás durante todo el encuentro es un interruptor que enciende TODA la Insensibilidad que podemos manifestar frente a un Ser querido que está por partir, pero que no responsabiliza y queda en la CULPA de quien lo escucha, sino en una CULTURA que escapa de LA MUERTE, que le Teme y aterra.

La Escucha (el oído es el último sentido que se pierde), no guardar lágrimas por evitar [traer más tristeza”, permitir que estén con quien desee estar, no PERMANECER como si nada pasara, abrirnos a decir (si lo desea) todo aquello que el corazón se guardó por tanto tiempo; y finalmente sostener y acompañar la ESPERANZA que manifieste (no la nuestra).

Un facilitador que nos insta a EVITAR la peor de las PANDEMIAS: la CONSPIRACIÓN DEL SILENCIO de los todos los seres cercanos que ignoran la ANSIEDAD del paciente y su DERECHO a SABER; o tal vez, a NO saber su estado de salud.

La importancia de la participación del niño dentro del proceso para el bien de los dos, la educación desde chicos para naturalizarnos acerca de La Muerte (se habló de la visión Oriental como el Budismo, los Vedas, Upanishads, el ciclo de la vida, el respeto a los mayores) y tantos otros temas que Olivieri nos brindó desde su enorme compromiso y más grande CORAZÓN.

Un cierre con reflexiones sobre La MUERTE como HERRAMIENTA para VIVIR cada SEGUNDO del Presente.

Tomás, me emociona pensar que sos Parte y sostén de tantas ESPERANZAS INDIVIDUALES que están por dejarnos. Poco a poco, te iremos dejando descansar y asumiremos nuestros roles.

Gracias por la confianza, el cariño y compartir.

Y cierro con mi actual Slogan extraído de la charla del Maestro…

“LO UNICO QUE LE DA SENTIDO A LA VIDA, ES LA MUERTE”

Namaskar